Los acontecimientos vitales estresantes pueden descompensar los sistemas de regulación homeostáticos entre los diferentes niveles de procesamiento cerebral de las emociones, el comportamiento y el pensamiento.

Cuando las situaciones desencadenantes del estrés se mantienen en el tiempo, ya sean desencadenantes físicos, psicológicos o sociales, se puede producir un agotamiento y consiguiente deterioro en nuestras capacidades para hacerle frente de una manera efectiva.
La respuesta que damos a esas situaciones estresantes van a ayudarnos a superarlas con el menor daño posible, o bien vamos a incrementarlas de manera involuntaria, llegando a favorecer diferentes transtornos físicos, psicológicos o deteriorar nuestras relaciones afectivas más significativas.
La práctica del entrenamiento autógeno nos va a permitir desbloquear el flujo normal de equilibrio entre los sistemas somáticos, emocionales y cognitivos de manera que podamos dar una respuesta integradora y coherente con nuestros valores y objetivos, sin quedar en manos de las reacciones perjudiciales para la salud.